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De la teoría a la práctica arquitectónica, el vínculo y el instrumento (página 2)



Partes: 1, 2

El
binomio teoría-práctica

Para dar pie a esta propuesta, se inicia por aclarar
estos aspectos: ¿qué es la teoría?,
¿cómo actúa en el ámbito
arquitectónico? y ¿en qué sentido?… con el
fin de advertir en ello, la presencia del vínculo que
adquiere con la práctica.

  1. ¿Cómo pensamos la arquitectura?, ¿cómo podemos
    esbozar una aproximación teórica? y
    ¿desde dónde?… la teoría posee
    límites muy amplios e imprecisos, por
    ello, tendríamos que identificar un criterio preciso
    para saber de lo que estamos hablando. En este caso, la
    teoría de la arquitectura exige y encuentra problemas
    derivados de las necesidades y exigencias prácticas de
    la arquitectura; problemas de orden constructivo, de utilidad y
    función o de orden estético.
    Pero la teoría implica también, la
    reflexión de su mismo proceso
    histórico, es decir, de ¿cómo se han
    originado y constituido las diferentes posturas
    teóricas? y ¿cuál ha sido su proceso?;
    estas interrogantes sobre el papel que juega la teoría
    ante la arquitectura, develan una actitud
    reflexiva sobre sus mismos procesos y
    contenidos; asimismo, sobre estos medita, justifica y abstrae
    conceptos. La teoría, entonces, no sólo se
    refiere al objeto terminado o existente, sino que,
    también se refiere al diseño, a su territorio y materia.
    De manera que, al cuestionarnos sobre ¿cómo se
    hace la teoría? y ¿cómo actúa en
    la arquitectura?… sabemos que, ésta implica una
    reflexión que medita sobre lo edificado o no edificado
    y sirve a la arquitectura como: una superestructura, como una
    demostración concreta de los puntos de vista y
    posiciones que pueden corroborarse en una conducción
    teórico–crítica y como producto
    del binomio teoría-práctica.

    En este caso, las estructuras teóricas, pueden producirse
    antes, a la par o después de la presencia del objeto
    arquitectónico; sin embargo, en esto no radica su
    formulación, ya que, la interpretación del objeto está
    en indagar y reflexionar sobre sus postulados y en el
    procedimiento que se siguió para llegar
    a su elaboración, hablando en materia de
    diseño. Por lo tanto, si estas reflexiones no existen
    en el campo del diseño, entonces, puede surgir una
    teoría tendiente a la antropología, a la semiología o
    incluso a la sociología cuando se ve el contexto
    socio-histórico en el que se encuentra el objeto,
    corriendo el riesgo de
    alejarse de la materia que nos ocupa. En este sentido,
    podemos ver que el papel de la teoría en la
    arquitectura puede tener muchas aplicaciones e
    interpretaciones, pero más allá de esto, lo
    interesante está en analizar los principios
    bajo los cuales se formula, no para ser copiados, sino para
    ser interpretados y reformulados, con miras a realizar nuevas
    propuestas referidas a una teoría del diseño
    arquitectónico.

    De esta manera, no se limita a la teoría de
    la arquitectura como una actitud puramente reflexiva sobre
    los objetos, ya que se coartaría su sentido
    propositivo. En este caso, la teoría se contempla como
    un elemento previsor y como producto de la conciencia
    e indagación sobre el diseño; además,
    ésta busca su validez histórica y contextual,
    para ser explicativa, interpretativa y propositiva. La
    teoría exige, así, la comprensión de
    ideas y principios que al ser aplicados a la arquitectura, se
    convierten en su fundamento. Ésta, por su misma
    existencia, implica la toma de conciencia de una
    posición; así, "la reflexión
    teórica, por medio de la cual se trata de comprender
    el quehacer arquitectónico, representa el medio de
    adquirir conciencia de sus distintos aspectos"5.
    En este sentido, toda la arquitectura es puesta en evidencia
    y mediante su reflexión, va sacando a la luz sus
    diversos principios.

    Con ello, se da pauta para cuestionar
    ¿porqué se habla de una teoría de la
    arquitectura o teoría del objeto
    arquitectónico? y no se habla de sus contenidos
    específicos. Esto se señala porque, si
    tomáramos la teoría del objeto
    arquitectónico como tal, tendríamos primero que
    saber ¿qué objeto?; y en ello, podríamos
    correr el riesgo de tomar sólo lo típico, lo
    que sólo es válido para un tipo de objeto; en
    este sentido, se tratan rasgos que pueden ser infinitos y
    sólo se hacen patentes en las ejemplificaciones de
    objetos específicos; pero no determinan la
    teoría del diseño en sí.

    En este caso, la teoría sobre el objeto
    arquitectónico, cobra diversos enfoques o
    significados: a) O se interpreta y formula desde otras
    disciplinas, quedando como una esfera abstracta y lejana del
    hacer; b) o se inclina hacia la valoración del objeto
    arquitectónico por un sentido patrimonial,
    estilístico o histórico. En este último
    caso, se da la clasificación de los objetos en una
    variación de modos; esto es que, se pueden clasificar
    por su estilo, por su tendencia, por su función, por
    el periodo histórico en el que se identifican o por su
    condición formal. De esta manera, se observa que cada
    factor se vuelve no sólo el sentido del análisis del objeto, sino
    también el sentido de su agrupación; en este
    caso, la teoría se entiende muchas veces como la
    búsqueda de una adecuación a lo establecido, y
    no se busca transformar los principios o fundamentos, para
    hacer problemático lo que hasta entonces se
    había considerado axiomático.

    Por ello, podemos mencionar que las estructuras
    teóricas de la arquitectura contienen un título
    más amplio y conceptual; y no deben limitarse
    sólo a la reseña esquemática e
    informativa de casos y objetos; en este sentido,
    habría que revisar lo que dichas estructuras pueden
    tener hoy para el arquitecto. Con esto, se deja sentir que,
    "la teoría del objeto arquitectónico", deja ver
    que no incorpora a todos sus referentes, ni a todos los
    objetos arquitectónicos, y en muchos casos ni siquiera
    a los más inmediatos; por eso, podría
    inclinarse más a los elementos de la arquitectura y a
    los factores que la determinan como los materiales, el contexto y los problemas
    genéricos de su función que a los fundamentos,
    conceptos y principios que la sustentan; por lo que, es
    curioso señalar que, hablamos de una "teoría de
    la arquitectura" que estudia a los objetos; sin pensar, que
    ésta se ofrece más que nada, como una
    reflexión crítica entorno a los discursos
    y fundamentos en la elaboración de los objetos. Y con
    esto, damos pauta a nuestra siguiente
    interrogante:

    Y ¿porqué no hablar de una
    teoría del diseño?… Si en primera instancia,
    cuando se habla de una teoría del diseño, se
    hace referencia a los fundamentos del mismo, con la
    intención de clarificar su proceder, esto es,
    clarificar ¿cómo se llega al objeto?… en este
    sentido Hierro,
    hace una propuesta que nos habla del diseño a
    través del proceso de proyectación y
    valoración de los resultados; aquí, se pretende
    que el diseñador identifique el campo en el que
    actúa, la naturaleza
    de los materiales con que trabaja, las condiciones y
    determinaciones de su ejercicio, y sobre todo, identifique
    los contenidos y las manifestaciones de su propia forma de
    racionalidad; así, habría que hablar de
    estructuras teóricas sobre el diseño, donde se
    considera que, el proceso del diseño constituye un
    objeto de estudio; asimismo, se implica que las reflexiones
    sobre él, son siempre sobre la manera de actuar o
    sobre la práctica6.

    En este caso, podríamos advertir la manera
    mediante la cual, el objeto y el proyecto
    efectúan sus procesos; hablamos así, de una
    estructura
    teórica que nace de los fundamentos, de los
    principios, de los proceso y de los campos de
    actuación del diseñador en términos
    arquitectónicos. En este sentido, la teoría
    enfocada hacia estos aspectos, nos ayuda a comprender mejor
    cómo hacemos o llevamos a cabo el acto del
    diseñar; de manera, que se exige por un lado, cierto
    nivel de abstracción para generar los conceptos; y por
    otro lado, trasladar dichos conceptos, a la producción de los objetos y a la
    elaboración de la forma en el proyecto. Así,
    cabe aclarar que, se habla de una estructura teórica,
    que contempla los fundamentos generales para su
    comprensión, más no se habla de una
    teoría universal del diseño; ya que se
    caería en un dogmatismo. En este sentido, dicha
    estructura, hace referencia a saber lo que un
    ¿cómo? es; de tal manera, que se piensa en
    cómo han sido elaborados los productos,
    en cómo el diseñador llega al objeto y a su
    solución formal.

    En este caso, para entender el diseño
    arquitectónico hay que partir de propuestas
    teóricas que profundicen en su origen; por eso, se
    dice que no será posible hablar de una teoría
    del diseño que no abarque "el diseño de su
    propia teoría"7. Esto, afirma que una
    estructura teórica sobre el diseño que no
    advierte una estructura abierta, deja de ser una
    teoría crítica, para volverse dogmática
    o modelo
    determinado acerca del diseño. Entonces, no
    podría evolucionar y modificarse; por lo que,
    tendremos que hablar mejor, de estructuras o propuestas
    teóricas abiertas, que nos muestren ¿qué
    es el diseño arquitectónico? y ¿con
    qué materiales trabaja?; apuntando con ello, hacia un
    encuentro con la materialidad arquitectónica; esto es,
    con los contenidos que se ven concebidos en los proyectos y
    expresados en los objetos.

    Como lo señala Grogotti: "La arquitectura
    está hecha de materias dispuestas con cierto orden
    para determinado fin, el de habitar; y el grado de
    significación de este orden se revela en la forma;
    esta noción de material "se refiere a la historicidad
    de las materias con que trabaja la arquitectura"8.
    Es en suma, imaginar que la arquitectura está dotada
    de propiedades, de contenidos que pueden ser explicados en
    base a una teorización sobre su composición,
    sobre su sentido estético, sobre su sentido espacial,
    ambiental, constructivo y contextual. 9 Por ello,
    esta materialidad arquitectónica, no sólo se
    identifica como cualidad o atributo del objeto o del
    proyecto, sino también, como elementos conceptuales
    que sirven para identificarlos y explicarlos.

    Es aquí, donde se responde a
    ¿cómo se genera el vínculo entre la
    teoría y la práctica? y ¿en dónde
    se ubica?… Pues, ya se deja ver, que está en la
    formulación de estructuras teóricas que nos
    lleven al encuentro de la materia con la que se trabaja en el
    diseño arquitectónico. Esta materialidad como
    la llama Gregotti, actúa como un pliego de condiciones
    del diseño, del cual, se puede partir para proyectar,
    para leer los objetos y para entender su condición
    expresiva. Entonces, podemos acentuar que sí es
    posible formular cuerpos teóricos que promocionen lo
    que es el objeto arquitectónico, en una actitud
    explicativa de sus propiedades y cualidades. En ese sentido,
    tendremos una teoría que funciona como un diagnóstico que nos lleva a entender la
    esencia del diseño, sus causas primeras, sus
    principios y sus postulados. Por otro lado, es en este
    acercamiento a los contenidos arquitectónicos, donde,
    se detecta el vínculo y se presume el traslado a la
    realidad práctica; de esta manera, podemos hablar ya
    del binomio teoría-práctica.

    En sí, esta es una manera de vincular la
    teoría con el hacer, como lo señala Stroeter
    "la teoría de la arquitectura, es sin duda, la
    reflexión sobre el acto de hacer arquitectura, con
    todas sus implicaciones y en sus tres tiempos, pasado,
    presente y futuro. Es el reflexionar sobre el hacer, en un
    metalenguaje, un "teorizar sobre"10…
    ¿sobre qué aspectos del hacer?,
    ¿qué se implica con ello: una teoría
    sobre la praxis o
    sobre los fundamentos de la praxis?… Probablemente este
    vínculo teoría-praxis nos lleve a conexiones
    más profundas que sólo entender la praxis por
    la praxis como si fuera completamente autónoma; y la
    teoría por la abstracción reflexiva de
    conceptos, también autónoma.

    En este sentido, podemos señalar que la
    praxis, no debiera entenderse como una oposición a la
    teoría, en nombre de un empirismo
    irreflexivo, carente de fundamento, como lo señala
    Argan11; sino comprender que tanto la
    teoría como la praxis están involucradas en la
    actividad del arquitecto; por ello, si son interpretadas en
    su conjunto e interacción mutua, tendríamos
    que:

    Esto, nos indica que la praxis por sí misma
    no encuentra su propio sentido; sino que, es una acción instrumental que se
    efectúa para alcanzar un fin previsto; en este caso,
    el fin previsto conlleva su propia parte teórica, en
    la que se encuentran los contenidos o materia
    arquitectónica. De esta manera, se busca fundamentar
    la praxis para encontrar su sentido.

    Así, se muestra que
    la condición teórica no anula a la
    práctica, sino que la sustenta y la amplía; la
    estructura teórica del diseño en este sentido,
    no trata de lo verdadero como dogma, sino de lo cualitativo
    del objeto, del ¿qué? y también del
    ¿cómo?; por lo tanto, esta se puede entender
    como una actividad de conocimiento sobre el diseño en
    sí, pero no separada de su producción
    práctica, en el sentido de que se cuestiona sobre
    ésta; es decir, ¿con qué proceso?,
    ¿con qué conceptos?, ¿con qué
    fundamentos? se ha llegado al objeto. Con ello, acentuamos
    que una estructura teórica del diseño, no
    sólo exige saber el ¿qué?, el
    ¿cómo? y ¿por qué?, sino
    también exige saber ¿desde dónde? En
    conclusión, podemos ver que la palabra "teoría"
    presume un sistema
    ordenado de presupuestos que pueden acumularse,
    transmitirse y ser objeto de enseñanza; estos, se vuelven los
    principios que guían la actividad proyectual; es
    aquí, donde la teoría y la práctica
    sugieren un vínculo mutuo y marcan su utilidad. En
    sí, la teoría surge de los fundamentos del
    hacer, ésta se convierte en el origen de la
    práctica y es retroalimentada en el mismo ciclo de la
    experiencia.

  2. El vínculo
  3. El instrumento

Ahora, una vez identificado el sentido y el papel que
juega la teoría en el ámbito arquitectónico,
habría que cuestionar ¿cómo se logra el
traslado de este sentido de la teoría hacia una realidad
práctica? y ¿qué instrumentos pueden
generarse para ello? En este caso, se busca el
¿cómo lograr que la teoría sea
útil?… he aquí, el punto más relevante que
motiva el argumento del ensayo, porque
para dar respuesta a ello, hay que proponer e identificar a los
medios; es
decir, a las herramientas
que nos servirán por un lado, como vínculos de esa
experiencia teórico-práctica; y por otro, como
instrumentos de traslado. Por lo que, se generará una
breve explicación sobre los siguientes
aspectos:

Comenzando por su definición, se desprende una
primera caracterización de la noción "instrumento
teorético y práctico", que lo entiende como un
sistema hipotético-deductivo de lo que concierne a un
objeto o a un proyecto arquitectónico,
fundamentándose en el estudio de la materia del
diseño. En este sentido, es una representación
esquemática de la situación real de la que se
habla12; es decir, que son instrumentos aproximativos
y captan las particularidades del objeto, del proyecto o del
proceso en estudio; estos funcionan como una herramienta que se
modifica y se construye continuamente para
perfeccionarse.

Estos instrumentos sirven como medios o
metodologías aplicables, verificables y útiles, que
ofrecen la explicación de los conceptos en una estructura
interna visible. Su profundidad se halla en la
argumentación del cuerpo de ideas y conceptos que lo
sustentan; y se ofrecen como herramientas sólidas mediante
las cuales podemos explicar el fenómeno
arquitectónico. Son construcciones teóricas que nos
acercan al conocimiento de las cosas; cuyos correlatos se
contrastan con la realidad práctica, asimismo, pueden
referirse a entidades reales o a objetos imaginarios utilizando
un contenido conceptual. Lo que supone, que estos instrumentos
teoréticos representen de manera simbólica las
propiedades objetivas de los espacios físicos, o bien,
presenten un conjunto de conceptos observacionales en un espacio
imaginario (como el proyecto).

Estas construcciones conceptuales vienen de una
interpretación de la disciplina y
de formulaciones y explicaciones de sus fundamentos; de esta
manera, las podemos identificar como métodos de
análisis y de lectura del
objeto o del proyecto, éstas se basan en consideraciones
metodológicas y premisas hipotéticas. En este
sentido, la formulación de un instrumento
teórico-práctico, busca profundizar en un conjunto
de postulados y enunciados especiales que permiten la
aplicación de la teoría a la situación del
hecho; explicando y mostrando en ello, como se produce una cosa,
"entonces, tenemos lo que a veces se llama una
interpretación del hecho en cuestión"13.
En otras palabras, podremos descubrir los mecanismos del
fenómeno arquitectónico mediante un análisis
profundo de sus contenidos y podremos alcanzar estratos
más profundos de su realidad, si los trasladamos y
aplicamos mediante estos instrumentos. Por ello, la capacidad
explicativa de estas estructuras teóricas, debe depender,
no sólo de la extensión, sino de su profundidad y
utilidad; ya que, también se entiende por teoría
"un sistema de hipótesis precisas susceptibles de
contrastación"14 para no ser conceptualmente
inequivalentes a su realidad inmediata.

Aquí, se señala ya, un segundo aspecto:
¿y cómo sirven estos instrumentos al vínculo
teórico-práctico?, ¿cómo
actúan en el traslado? y ¿cómo logran
establecer una equivalencia a su realidad práctica?… En
efecto, una estructura teórica en la arquitectura
debería ser equivalente a su realidad práctica, de
manera que, incida de manera significativa en los principios que
se postulan como axiomas en la misma teoría; asimismo,
irrumpa en la enseñanza del diseño, fundamente el
hacer proyectual y explique su proceso. En este sentido, se busca
que, estos instrumentos nos ayuden a entender como se pone a
prueba una teoría y como podemos transitar de una
estructura teórica a la práctica proyectual;
porque, como ya vimos, para formular una estructura
teórica, habrá que partir de una realidad, o bien,
de construir elementos hipotéticos e instrumentos, pero
con una intención realista; con el fin, de generar
teorías
susceptibles de ser confrontadas con los hechos. Asimismo,
podemos decir que, cuando se proyecta, se parte de una
representación conceptual esquemática de lo que
queremos que sea real, y a este objeto le atribuimos cualidades y
contenidos arquitectónicos; entonces, ¿por
qué no?, pensar que estos contenidos
arquitectónicos parten de una base teórica para ser
representados en el proyecto o leídos en el
objeto.

Con ello, se insinúa que, al generar un
instrumento de análisis o de lectura, éste puede
actuar como un elemento de vinculación
teórico-práctico, porque se realiza con una base
teórica que se traslada y aplica a la práctica; de
tal manera que, el instrumento, se vuelve en este caso, la
herramienta discursiva de una postura teórica que hace
hincapié en el encuentro con la materialidad
arquitectónica; asimismo, la analiza, la explica y la
comprende para generar de ello, un desglose del contenido
proyectual. En este caso, se acentúa que el trabajo
teórico, tiene que ver con la realidad profesional; ya
que, la falta de interacción de este binomio
(teoría-práctica), haría ineficaces los
conocimientos, corriendo el riesgo de que, no exista algún
punto de referencia y la teoría se quede en una esfera
ambigua y completamente abstracta. Por ello, la presencia de
estas herramientas, nos permiten analizar, estructurar y
trasladar las propuestas teóricas a la acción del
diseñar; así también, nos llevan a descubrir
los rasgos patentes y cualitativos de la forma. De esta menara,
se advierte un incremento de conectividad conceptual entre el
binomio teoría-praxis y su posibilidad depende en cada
caso, de si hay una conexión directa entre las premisas
teóricas establecidas en el instrumento y los contenidos
manifestados en los objetos. En sí, podemos prever, la
nitidez de los fundamentos teóricos establecidos, si
continuamente los contrastamos a la realidad inmediata; como lo
señala Bunge, "la teoría, para merecer este nombre,
ha de ser un sistema conceptual unificado (es decir, sus
conceptos han de <<estar ligados entre
sí>>)"15, y también ha de serlo si
pretende afrontar las pruebas y la
contrastación de cualquiera de sus partes a su realidad
práctica.

Por otro lado, una vez esbozado cómo se
desempeña el instrumento teórico en la
acción y desarrollo del
hacer proyectual, podremos continuar con la última
interrogante en cuestión: ¿cómo se construye
un instrumento teorético específico? y ¿de
dónde parte?…. Se comienza por esquematizar, como lo
señala Bunge, "la conquista conceptual de la realidad
comienza lo que parece paradójico, por
idealizaciones"16, en las que se desgajan los rasgos
del objeto, el contenido del proyecto o el material del
diseño.

En sí, "para apresar la realidad se empieza por
apartar información, se agregan luego, elementos
imaginarios (o más bien hipotéticos) pero con una
intención realista. Se construye así, un objeto
modelo esquemático y que, para dar frutos deberá
insertarse en una teoría susceptible de ser confrontada
con los hechos"17. De manera que, se formula una
hipótesis central
del instrumento teórico-práctico, para estar
rodeada de preguntas subsidiarias que detonan y contienen la
estructura del instrumento; en este caso, se explica el
funcionamiento del sistema con sus implicaciones y componentes;
donde, será necesario explicar a cada paso y especificar
el estado
interno del instrumento, de su formulación y de su
composición. En este sentido, la construcción de estos instrumentos se
fragua en una metodología dada; por ello, se convierten
en instrumentos metódicos que penetran en el
análisis de la actividad arquitectónica,
determinando con precisión el discurso de
sus elementos. Estos implican el estudio de las relaciones que
vinculan a los contenidos o materias con las que trabajamos al
proyectar y presentan una estructura ordenada, con el fin de ser
aplicada.

Esta base metodológica, puede entenderse como una
actitud concreta frente a la realidad práctica; y desde
aquí, se pueden especificar algunos contenidos inherentes
al mismo hacer. Así, en un modo particular de organizar
las premisas teóricas, estas herramientas ofrecen
propuestas más precisas y útiles, por estar
ancladas al actuar. En este sentido, se devela su incidencia y su
acercamiento al conocimiento del diseño, como lo
señala Vilchis, "lo que se sabe es siempre una cosa o
propiedad, un
contenido. Así, el objeto se transforma en el saber; las
cosas, propiedades y relaciones se convierten en conceptos; los
contenidos, en proposiciones"18. De manera que,
conocer la materia del diseño, es en sí, el
resultado de cierta forma de pensar y actuar. Puede deducirse,
entonces, que la concepción de los instrumentos de
análisis y lectura, parten de una base tripartita que
conjuga teoría, método
(técnica) y experiencia (práctica). De tal manera,
la instrumentación teórica implica a un
procedimiento práctico; es decir, a un "conjunto de reglas
aptas para dirigir eficazmente una actividad cualquiera y a la
destreza necesaria para
realizarla…"19

El instrumento en sí, exige su empleo, su uso
y la aplicación de un material dado para el manejo de
determinada situación; por consiguiente, éstos
utilizan un método que sea aplicable a la práctica;
ya que, buscan incidir en la realidad inmediata. En consecuencia,
resulta evidente que teoría, método y experiencia
integren la base para detonar la elaboración de
herramientas teórico-prácticas en la arquitectura.
En este caso, dichos instrumentos, nos sirven para acentuar que
estas dos condiciones (teoría y práctica), se
entienden por sus relaciones mutuas y no se determinan como
elementos independientes o autónomos. Por ello, estos
instrumentos no son tomados como ley; sino que,
son probados bajo la acción, para agregar cambios,
modificaciones y mejoras; en este caso, se dice que no
tendría objeto un instrumento que oculta sus mecanismos
internos y no se explica a la luz de la práctica.
Finalmente, las propuestas de estructuras teóricas de este
tipo, se mantienen en la esfera de lo abstracto o difuso; y los
vínculos que podrían generarse con la
práctica muchas veces, quedan ocultos y hay que
imaginarlos.

Así, la elección de los diversos
instrumentos teórico-prácticos dependerá del
objetivo del
investigador, del docente y del diseñador; se trata,
entonces, de comprender el funcionamiento de estos sistemas y de
formular metodologías que nos trasladen al binomio
teoría-praxis. De esta manera, como un ejemplo
tácito, se destaca el modelo Diana de Oscar Olea y Carlos
González Lobo, que encuentra su principio en la
definición de la demanda que
condiciona la respuesta del diseñador al integrar factores
de ubicación, destino y economía (en
dónde, para qué y con qué). En este caso, se
explica que la forma es el resultado "de oponer los factores de
uso a los de realización; los primeros inherentes al
objeto, los segundos impuestos por la
capacidad y los recursos del
propio diseñador. Tales factores fueron definidos como
funcionalidad, ambientalidad, expresividad, estructuralidad y
constructividad"20. De estos elementos, sigue el
ordenamiento metodológico, como una secuencia de
argumentos que implican el continuo diálogo y
realización dinámica entre la realidad y el sujeto que
diseña; de lo cual, resulta el objeto
entendido.

Esquema de la estructura
analítica

De los cinco niveles descritos, la
funcionalidad y ambientalidad corresponden al uso, la
estructuralidad y constructividad corresponden a la
realización y la expresividad es inherente a la forma. En
sí, la forma final de un objeto de diseño, resulta
de la intersección del conjunto de factores de uso, con el
conjunto de factores de realización.

Como lo vemos en este caso, el binomio
teoría-praxis, queda seriamente comprometido en la
formación del arquitecto, éste se ve reflejado en
su hacer y cimienta su realidad práctica. Esto es en suma,
imaginar un objeto dotado de ciertas propiedades o contenidos que
pueden ser explicados en base a una teorización de lo que
es el mismo objeto, de su composición, de sus contenidos,
de su sentido estético y de su sentido
expresivo.

De esta manera, la incidencia del pensamiento
teórico se gradúa desde una escala de
valores a una
reflexión sobre el cómo y para qué;
aquí, llegamos a un aspecto clave: ¿cómo se
enseña y cómo se aprende la teoría?, en un
intento por comprender como se puede incidir en el hacer
proyectual; por ello, se cuestiona ¿cuál
será el modo de enseñar-aprender
arquitectónico?21… la idea de una
enseñanza de la arquitectura parte de su posibilidad, es
decir, de pensar su teoría como transmisible para que, su
realidad sea vista a través de múltiples
ópticas. En síntesis,
al arquitecto le corresponde decidir a dónde quiere llegar
al retomar el camino y el papel de la teoría en el
ámbito arquitectónico; asimismo, le toca cuestionar
cómo se pueden generar los vínculos hacia la
práctica, para no establecer modelos
abstractos que generen un conocimiento superficial y pierdan el
sentido profundo y útil de la misma teoría. Como lo
señala Bolaños, un concepto es
válido si y sólo si se adapta al ambiente en
que se aplica y a los fines de quien lo emplea22; de
esta manera, la práctica se vería planeada,
conducida y entendida por nuevos planteamientos y posturas
teóricas; donde, lo que habría que discutir,
entonces, son las cuestiones metodológicas e
instrumentales planteadas.

Bibliografía

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    2001.
  • Kruft Hanno Walter, Historia de la
    teoría de la arquitectura, Tomo 1, Alianza, Madrid,
    1990.
  • Martín Hernández Manuel J.,
    Invención de la Arquitectura, Madrid, Celeste,
    1997.
  • Norberg Schulz Christian, Intenciones en la
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  • Ramírez José Luis, La teoría del
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  • Stroeter J. Rodolfo, Teorías sobre
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  • Waisman Marina, La estructura histórica del
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    1985.

Biografía del autor

Patricia Barroso Arias

Nace en la Ciudad de México en el Distrito
Federal en 1971. Arquitecta egresada de la Facultad de
Arquitectura de la UNAM, titulada con la tesis teórica
"Pensar y comunicar arquitectura" en 1999. Realizó sus
estudios de Maestría en arquitectura, en el Centro de
Investigación y Estudios de Posgrado de la Facultad de
Arquitectura de la UNAM, graduándose con mención
honorífica por la tesis teórica "De la naturaleza
de la expresión arquitectónica, su forma, su modo y
su orden", en el 2004. Actualmente lleva a cabo sus estudios de
Doctorado en Arquitectura en la misma Institución, con el
tema: Una construcción histórica de la arquitectura
desde la naturaleza de la expresión proyectual. Ha
publicado diversos ensayos para
las Revistas:

Participó en la publicación de los
libros: "La
arquitectura en la poesía", F/A UNAM. 1a edición, 2003 y ""El espacio en la
narración: Arquitectura en la cuentística
hispanoamericana contemporánea, una selección", F/A UNAM. 1a edición.
(En prensa). Ha
colaborado con los capítulos: "Valle de Bravo, el efecto
de una cultura acuática", Hipótesis de Paisaje 5-6,
Colección resultados, i+p editorial, Córdoba,
Argentina. 2006; y "Una base conceptual para el diseño
ecoturístico en México", Hipótesis de
Paisaje 7, Colección resultados, i+p editorial,
Córdoba, Argentina. 2007. Es autora del libro 2006
"Ideas de Arquitectura desde la Literatura I",
Architecthum-plus, México. www.amazon.com.
2006. Asimismo, ha participado como ponente en congresos
nacionales e internacionales. Actualmente es catedrática
de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, La Universidad
Latinoamericana y la Universidad Motolinía.
Profesionalmente colaboró en diversas constructoras desde
1992, con cargos de Coordinación General, desarrollo de
proyectos y obra. A la fecha trabaja de manera independiente en
el desarrollo de proyectos de casa habitación y
remodelación principalmente.

 

Por:

Patricia Barroso Arias

México, D.F.

Elaboración de la investigación:
Agosto 2004

Actualización: Enero
2008

Partes: 1, 2
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